viernes, 31 de octubre de 2008

en el caos no hay error

Estuve en un hospital psiquiátrico de día para menores. Fuimos a recogerla. La directora me pidió que la acompañara porque las últimas dos veces hubo agresiones. Va tres veces por semana y allá los terapeutas controlan sus progresos. En la escuela sólo aguanta una hora, luego viene el caos: insultos, rabia, agresiones. Cuando entra en barrena una ambulancia la lleva a la Unidad de Crisis para Adolescentes. Apenas habla bien, apenas se corresponden sus frases a sus gestos, ni sus ideas son todo lo suyas que querría. Tiene movimientos robóticos, comenta la psiquiatra. Está poseída por un dolor tan grave, tan hondo, que le lleva, poco a poco, a distanciarse de ella y vivir en una enfermedad que se va tornando crónica. Su madre no la quiere y se lo ha dicho. Entra y se sienta en mi rodilla. Se deja besar y atiende a los mimos. No me mires, le espeta a mi compañera. La insulta. Te voy a pegar, amenaza. La culpa injustamente de sus males. Su obsesión poder salir del centro, sola. Por ahora imposible. Sus manos empiezan a temblar, como ayer cuando comimos juntos y la comida caía tenedor abajo. Intento tranquilizarla. Ya no quiere estar conmigo. Se tensa. me insulta. La terapeuta maneja magistralmente el discurso y pone límites a sus gritos. Volvemos en la furgoneta. Ponemos su emisora preferida. Tiene hambre. Canturrea los estribillos. Yo silbo con ella para hacer ver que todo esto no me afecta, no me cierra el estómago,no me abre el abismo.

2 comentarios:

Lucía.uy dijo...

En el silencio universal
por compacto que sea
siempre se escucha el llanto
de un niño
en su burbuja


besotes Ventura!

Ventura Camacho dijo...

Perdona, Lucía, olvidé contestar a este precioso comentario tuyo. Abrazo