jueves, 17 de enero de 2008

En "La Tertulia"



Todas las ciudades tienen una geografía poética. Y en esa geografía, los cafés y bares cobran gran relevancia. Podríamos hacer un compendio de todas las ciudades y sus cafés, sus tertulias, sus bares y rincones para la camaradería, para la discusión poética subida en grados y tono. Granada tiene varios lugares para la poesía. "La Tertulia" es uno de ellos. Llevo más de dos años viviendo en Granada y debo confesar que todavía no había estado dentro. Para solventar ese agravio, el martes pasado Tomás, Jorge y yo fuimos a hablar de poesía y otros menesteres.

Hicimos algo así como una "asamblea" sobre los proyectos que estamos planificando en Ciudad Poética y acabamos entregados a las garras de la divinidad Mahou y ya, de perdidos al río, hablando de poesía, teorizando lo que no tiene fronteras, y jugando al juego de sentirnos poetas por un día. Gran velada bajo el telón de fondo de unas clases de tango.


Recuerdo algunas de las cosas que leí sobre este lugar para preparar mis trabajos de doctorado sobre La Otra Sentimentalidad y Alberti. Si no recuerdo mal, en la Tertulia se leyó el Manifiesto Albertista, homenaje que unos jóvenes granadinos (Javier Egea, Luis García Montero y Álvaro Salvador) leyeran en homenaje al del Puerto de Santa María.


Recuerdo también las palabras de Juan Carlos Rodríguez, catedrático de la Universidad de Granada, sobre este lugar y que están reproducidas en la web:


"Veníamos a La Tertulia, este pacífico campo de batalla, para restablecernos de las heridas del mercado diario y obsceno donde vendíamos nuestros cuerpos y nuestras vidas sin sentido, y encontrarnos aquí, donde nos hacíamos la ilusión de que podíamos establecer otro comercio, otro mercado donde nosotros fuéramos realmente dueños de nuestras vidas y nuestros cuerpos. A ese otro comercio o trato de vidas lo llamábamos conversar.
Porque si en La Tertulia se podía atrapar al tiempo, la otra atracción auténtica de La Tertulia fue en convertirse en el espacio de la palabra. O del silencio. De la soledad o de la compañía. No es extraño así que la poesía, la música suave, los cuerpos relajados se sintieran aquí como en el lugar de la palabra, como en la casa de la palabra.
Obviamente sin conversación, sin palabras, no hay tertulia posible. La palabra nocturna crea el espacio vivo de la magia real. Los sueños se van abriendo paso poco a poco…"


En la foto no se puede apreciar apenas, pero están escritos todos los personajes ilustres que han pasado por este local.



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