viernes, 16 de mayo de 2008

Futbolín y ordinarias valentías


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Turno de noche. Justo antes de salir conversación telefónica con la jefa. Se trata del futuro de uno de nuestros inquilinos. Conflicto grave en el colegio ayer. Amenazas, algún destrozo y soluciones cómodas: explusión - problema que no se ve, problema que no existe. Charla nocturna con el inquilino. Se esconde bajo la sábana. Muestra vergüenza (no arrepentimiento). Es un buen indicador, por agarrame a algo. Es apenas un niño. Perdido. Niño + perdido = angustia, o niñoperdido que es la suma de dos contrarios (creo recordar que en matemáticas cuando menos y más se juntan gana el negativo. Qué admirable precisión tiene la matemática. Quizás por éso mismo la aborreciera . Perdido + Perdido = Arrojado hacia nosotros por la inercia del futuro. Que sienta cierta vergüenza y no quiera que le vea la cara cuando le pregunto por lo sucedido es síntoma de que los mecanismos de lo bueno y lo malo se mueven, aunque sea lentamente, aunque sea insuficiente. Cuelgo el teléfono con un tenemos que hablar. Me entristece y me alegra que mi trabajo sea más que un tenemos que hablar un tenemos que hacer, una trillada metáfora del que siembra y recoge. Y es que a mi me gusta el campo y me acuerdo de mi tío Justo y de cómo me enseñó cuál era el verdadero olor de los tomates en las manos... Salgo a la calle. Paso de largo ante un juguete roto. Se activan mis mecanismos asociacionistas de ideas. Vuelvo unos metros atrás. Me desando. Es un jugador de futbolín atado a una barra rota que en su día activaba su escaso recorrido lateral. Reando lo andado de nuevo camino del autobús dándole vueltas, jugando a las metáforas, con el juguete en el bolsillo.

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Leo Arrojada. He recuperado la costumbre de leer en el autobús. Ahora vuelvo a vivir los libros, los leo y los vivo. Los relaciono con lo que me pasa o pasó y trato de entenderlos mejor. Hay varios hombres y mujeres como jugadores de futbolín en este libro. Con ansias de gol, con límites profundos.

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Tengo algunas valentías ordinarias, como la de alterar el recorrido por el que vuelvo a casa desde la parada del autobús. Soy valiente! No es fácil alterar el sentido de lo que se conoce. Hoy me he visto recompensado por tal hazaña. Al pasar por una calle no habitual he visto un cartel, una hoja dinA4, vaya un folio, con unas letras de impresora casera en tinta negra, mayúsculas gritando: ESCÚCHAME TE LO SUPLICO y ufff, he quedado parado un rato esperando a que a aquella súplica le llegara un oído.

2 comentarios:

Lucía.uy dijo...

Hola Ventura! estoy cada día, mas encantada de haberte encontrado y poder leerte!


Es bien simbólico lo del juguete:un hombrecito, atravesado por una barra que en algún momento,lo mantuvo unido a otros, ahora rota,quebrada; igualmente dónde lo encontraste: en plena calle y que lo miraras, y que guardaras en tu bolsillo!


Es fuerte! es demasiado coincidente con lo que contás al iniciar el relato,y con el "tenemos que hacer" con esos "niños-hombres".

Creo, a pesar de todo,que cuando "partas un poco", vas a extrañar esos apretujes cardíacos, que además de molestar, acarician y hacen fuerte al cuore.

Un abrazo! Lucía

Ventura Camacho dijo...

Pues amiga Lucía,

el encantamiento es mútuo. Agradezco siempre tus visitas y tus comentarios que complementan mis entradas (no me refiero a las de la frente)


En efecto, todo muy simbólico, demasiado. Ya he dicho por aquí que últimamente mi juego preferido es el de hacer coincidir las cosas que me pasan

es casi un entrenamiento poético jejeje

abrazote para ti enormeee