martes, 10 de marzo de 2009

Todas las preguntas.

Hace días que no escribo de mis "niñas". Es mi tercera semana desde que me reincorporé al trabajo tras la baja. Cuando uno está fuera durante mucho tiempo se da cuenta (aliviado) de que: uno) nadie es imprescindible, dos) nadie es prescindible. Asombrosamente contradeacuerdo. No sé si esta palabra la admitirá alguna vez el diccionario de la Real Acadademia pero ojalá. Estar de acuerdo con todo los contrario. La rotación sentimental sigue su giro cotidiano, pero dependiendo de los elementos, lleva un ritmo u otro. Me demostraron el calor de quien se espera con ganas. Muchas cosas han mejorado con mi asuencia. L., de 5 años,que tenía una relación de miedo hacia mí, que yo siempre he querido relacionar con el día en que la trajeron al Centro estando yo solo,haciendo una difícil recepción, otro abandono, ahora no se me despega de mi sombra. Lo llamo afecto contagio. Creo que las veces durante la baja que he ido a visitarlas para no perder el contacto ha visto el buen recibimiento de las demás y se ha posicionado inconscientemente de otra manera. Pero todo esto son conjeturas, dudas, aproximaciones. Le preguntaría todas estas cosas a Julio. Escucharía su templada y prudente opinión sobre las cosas. Es una pena no trabajar ya codo con codo con él. Este fin de semana hubo movidón familiar con Y. (8 años). Entre la espada y la pared, entre la verdad y la mentira. No soporto cuando a los niños se les hace cómplice de las mentiras de los mayores, obligados a mentir allá donde les fuera preguntada la verdad, y a sentir que la verdad es la traición. Pero la verdad se ha impuesto, como el llanto. Hay ecos en mi cabeza todavía de la conversación de ayer tarde en el lavabo, cuando antes de la ducha, ya lejos de la madre y del sunami emocional de estos tres días, rompe a llorar por primera vez. Llorar es natural, es lo que toca, como preguntarse si uno hace las cosas bien o mal, o como cuestionarse si la gente a la que quieres se equivoca. Hicimos un acuerdo: verbalizar la tristeza, no esconderla, no enmascararla en enfados y berrinches, en discusiones tontas por cosas tontas, anticiparnos al problema, compartir lo que nos preocupa, aunque lo que nos preocupe duela. Creo que le voy a regalar un diario donde hacerse todas las preguntas del universo.

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