domingo, 16 de mayo de 2010

Luis Rosales vs. Luis García Montero




Nos saludamos en el hall. ¿Sigues trabajando con chavales?, me pregunta Luis. Ahí seguimos, le cuento, salvando el mundo. Sonríe. Le pregunto por la conferencia y me cuenta lo que va a suceder a continuación. Es una persona cercana y cálida en el abrazo. No hay poesía en algunos gestos. Tampoco es amistad. Es cariño o algo circundante. No hay tiempo para mucha conversación, el acto está a punto de empezar. La conferencia me traslada a los días de doctorado en Granada. García Montero fue profesor mío en la Universidad. Sus clases son admirables. De pronto algo se despierta, algo de lo que está dormido: el amor por la literatura, Las ganas de transmitirlo. Estoy agradecido con Luis por ésto y por ser, en su día, ejemplo de otra poesía, y motor, en parte, de mis días andaluces.

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