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Ves pasar un Zeppelín desde el balcón. París también es la guerra mundial y los bombardeos. La modernidad al servicio de la estupidez, del dolor, de la maldad.
Una de las épocas más felices de la vida de Salinas coincidió con el periodo que pasó en Paris desde diciembre de 1914 hasta la primavera de 1917. Estos años estuvieron ligados a Margarita, siempre presente en el pensamiento de su futuro marido antes y después de su matrimonio en diciembre de 1915.
Vida, la otra vez en París, yo tenía una sensación de soledad muy grande, escribes, pero ahora tu imagen me sigue, y me guía a todas partes…
Los amaneceres penetran por tu ventana sobre los enrojecidos ojos de fatiga por la falta de sueño, la huida, como tú dices.
Cuando una casa tenía buena vistas en la ciudad se decía que era un “coche parado”.
Uno conoce la ciudad donde vive cuando sabe distinguir la procedencia del tañer de sus campanas.
Tras su crisis personal de 1928, Lorca viaja a Estados Unidos en el curso 1929-1930 y allí escribe Poeta en Nueva York.
París continúa desarrollando ante tí su maravilloso espectáculo. Margarita de mi alma, éstas son las primeras líneas que te escribo desde París. Tu nombre, tu nombre lo primero: es lo primero de esta carta primera, es lo primero de todo. 1914.
La visita le causa gran impacto y le enfrenta directamente con los defectos de la moderna sociedad. El poeta se enfrenta a la ciudad, a la multitud, al vértigo de los cambios en el paisaje urbano, ha descubierto, en palabras de Mainer, la miseria y la muerte anónimas, los destinos colectivos y sórdidos, propios de la ciudad implacable.
Treinta y cuatro años después, Salinas y Margarita realizarían un último viaje a París. Ya los dos enfermos. 1949: Dos años antes de la muerte del poeta. Estaban juntos de nuevo. Juntos completaban un círculo que se inició en París durante la guerra y que finalizó después de que una segunda confrontación castigara a “la ciudad de la luz”.
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