Bibliotecas que flotan,
jazmines que ululan.
Y el perro
-oh el perro-
que quiere trocar en la blusa tendida
la manada sorda e injusta
del puñado de estrellas.
Se abre la puerta de la lavadora, y de allí emerge la silueta del perro.
(Que nadie lo busque en la fotografía, pues la nube se lo tragó junto el guante de Federico).
Se abre la puerta de la lavadora, y de allí sale la pierna izquierda de la chica sin cuerpo. Se sitúa junto a su gemela y se detiene a esperar el porvenir, que es un octavilla garabateada con dibujos a boli.
Y a todo esto,
el cuerpo del loro que no se ve juega con la pierna del niño que tampoco,
y hace clavar con una chincheta el botín oscilante que da razón al columpio
y que constituye –a su vez- el guillénico hilo de este pequeño cosmos.
Por el azul sube el misterio del seis y del ocho.
TEXTO: IVÄN CARABAÑO
FOTO: Servidor
TEXTO: IVÄN CARABAÑO
FOTO: Servidor
2 comentarios:
Maravilla Ventu... y por cierto!me encantan las lavanderías!
QUé bien que te guste, Sabela! las lavanderías tienen un rollo genial! Y mi amigo Iván Carabaño es un escritor cojonudo!
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