sábado, 1 de marzo de 2008

Manos y Sombras


Esta mano tiene 17 años. Llegó a España hace seis meses en una patera. Dos días a la deriva sin agua y sin comida. Los diez días previos a la travesía escondida en las montañas cercanas a la playa para no ser interceptada por la policía de su país. La administración española le ha dicho que una mano llegada a España de manera ilegal no tiene derecho a declararse en situación de desamparo hasta los nueves meses de residencia en el país. Yo creo que el desamparo lo trajo de la otra orilla mucho antes de embarcar. Antes del verano esta mano cumple la mayoría de edad. Será una mano adulta y probablemente una mano sin papeles, es decir, será un niño forzado a ser adulto. Le he preguntado por los motivos de jugarse la vida y abandonar el resto de su cuerpo en su país y me ha contestado lo que contestan casi todas las manos: en mi país el trabajo mucho malo, poco. Ya no manos de mi edad en mi ciudad. Mis padres, el campo. Poco dinero. ¿Pero allí eras feliz? pregunto. Sí, claro, responde la mano. ¿Volverías a hacerlo?. No, responde con firmeza, aunque aparta la mirada hacia al suelo.

Esta sombra en la que habito tiene 33 años. A veces vive en el mismo desamparo que la mano de la que anteriormente hablábamos. Por supuesto, en un desamparo de la sociedad del bienestar, un desamparo con derechos. Es una sombra que educa - piensa - y se considerada legal porque nadie antes dijo lo contrario. La admnistración no le ha llamado al orden. Todos sus papeles están en regla, menos los de sus escritorio que siempre están desordenados. En su trabajo crea verjas donde las manos puedan agarrarse, porque una vez cruzado el estrecho, el mar debe verse obligatoriamente con otros ojos, con voluntad infinita de tierra firme, con necesidad de asidero. Pero en su lucha de contradicciones toma conciencia de sus limitaciones al darse cuenta de que las verjas serán siempre verjas y él para las manos desearía puertas abiertas. La sombra se cansa de escuchar hablar a los que aspiran a gobernar sobre las manos que emigran de sus cuerpos para venir a nuestro país. No tienen ni puta idea de lo que dicen, se enrabia. Y se dá cuenta de que la rabia es a veces motor de la justicia, de la justicia de los mundos pequeños donde las manos no son ilegales, sino simples extremidades, como lo son los brazos con corbata, los pies ejecutivos, o los pechos hermosos que huelen a perfume de clase media y rastro de sábanas aun calientes. La dignidad de una mano, piensa esta sombra de 33 años, no está en la suciedad entre las uñas, ni en la piel oscura que bordea sus definiciones, ni en la palpable dificultad para hablar y comprender el lenguaje de las sombras. La dignidad es innata. Viene del origen, del inicio de todo, de la propia vida. Piensen, señores y señoras, antes de votar a las sombras que los representan.

4 comentarios:

Lucía.uy dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Lucía.uy dijo...

Ahora que ya miras con tus ojos,
date cuenta.
Aquí, es así: no hay alegría,
no hay felicidad.
Aquí en la tierra es el lugar del mucho llanto,
y el lugar donde se rinde el aliento
y donde bien se conoce
el abatimiento y la amargura.
Un viento de obsidiana sopla y se debate.
sobre nosotros.
La tierra es lugar de alegría penosa,
de alegría que punza.

Pero aunque así fuera,
aunque fuera verdad que sólo se sufre,
aunque así fueran las cosas en la tierra,
¿habrá que estar siempre con miedo?
¿habrá que estar siempre temblando?
¿habrá que vivir siempre llorando?

Para que no andemos siempre gimiendo,
para que nunca nos sature la tristeza,
el Señor Nuestro nos ha dado
la risa, el sueño, los alimentos,
nuestra fuerza,
y finalmente
el acto del amor
que siembra gentes.


La filosofía Náhuatl. México 1958
“Consejos de los viejos sabios Aztecas”


........y Ventura recordá que "la hierba seca incendiará la hierba húmeda"......

Un abrazo.

Ventura Camacho dijo...

Grandes sabios, ésos viejos aztecas. Me encantó leerlo. Gracias por, en tu recorrido a casa, pasar por la mía.

Abrazo

Ventura Camacho dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.