En enero de 1925, Dalí y Lorca se reencuentran. Han estado año y medio sin verse. Ambos han trabajado copiosamente: Lorca ha empezado los poemas de lo que será El Romancero Gitano, ha escrito Mariana Pineda y tiene en mente La Zapatera Prodigiosa. Dalí, por su parte, ha pintado numerosos cuadros, alternando todavía su tendencia cubista con otra más realista y ejecutando numerosos retratos de su hermana Anna María.
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