martes, 9 de diciembre de 2008

estos versos tienen siete años...


De Aurora recuerdo lo bien que encajaba en el silencio de los libros,
la manera de acercarse al mostrador
arrastrando las ruedas de la silla,
dejando entrever el olor de sus camisas,
y la forma que tenía de decir " una semana",
con un descorazonador tono impersonal,
alargándome el libro
en una liturgia de miércoles por la tarde.

Aunque sirviera para poco,
aquella tarde Oliverio Girondo fue mi excusa.
Con la complicidad de mi nombre en un carné
nos despedimos.
Ella con la certeza de mi nombre,
yo inventándola Aurora.

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