lunes, 2 de marzo de 2009

En el número 6.


Ya no entran animales por la puerta en el número 6. Hace años ya, me cuenta la madera y el recuerdo del número 41 de la casa de mi abuela, primahermana de esta misma puerta, lejos, si mil kilómetros se miden en distancia. Animales sin complejos, se entiende, animales de maravillosas rutinas rumiantes. Si tuviéramos dos conciencias, nosotros, los otros, los animales a dos patas: la una para el pronto, la otra para el regusto, para el reflejo, otro bípedo cantaría.

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