domingo, 19 de agosto de 2012

Medidas Cautelares!


El miércoles pasado la ciudad estaba en ferragosto. Me gustaría ir a "Els 4 gats", le dije. El Ateneu estaba cerrado. Ese calor barcelonés, la ropa pegada al cuerpo, salir de la ducha sudando - ni los poetas se salvan del decálogo de comentarios sobre el calor en esta ciudad. Acondicionar el aire era necesario.

Els Quatre Gats ("los cuatro gatos" en lengua española) fue un establecimiento hostelero (cervecería, cabaret, restaurante, etc.) inaugurado en Barcelona el 12 de junio de 1897. Durante los seis años en que se mantuvo activo, hasta 1903, se convirtió en uno de los lugares de referencia del modernismo catalán.
Se hallaba ubicado en la calle Montsió (o Montesión) en los bajos de la Casa Martí, un edificio neogótico del arquitecto Josep Puig i Cadafalch (1896). Los impulsores principales del local fueron los pintores Santiago Rusiñol i Prats, Ramon Casas i Carbó, Joaquín Mir Trinxet y Miquel Utrillo. El hostelero era Pere Romeu, personaje de una fisonomía muy característica que constituía la imagen viva del local.
Els Quatre Gats se inscribía en una larga tradición de tertulias, cenas y reuniones de arte propias de la ciudad de Barcelona, aunque su inspiración directa fue el cabaret Le Chat Noir ("el gato negro") de París, cuyo nombre parafrasea, poniéndolo en relación con la frase hecha que identifica "cuatro gatos" con una concurrencia escasa.
Se realizaron exposiciones de arte (las dos primeras individuales que Pablo Picasso realizó en su vida tuvieron lugar allí en febrero y julio de 1900), veladas literarias y musicales, espectáculos de títeres y sombras chinescas, etc.
Durante el año 1899 fueron publicados 15 números de la revista Quatre Gats.


Estar en Navarra mientras se habla de la amistad, de la infancia, de la ya común Elena. Ver cómo se ilumina la mirada si se nombra lo irremediable: la escritura, y cómo lo que no tiene remedio acaba siendo un libro y mi curiosidad, ya con el objeto precioso en las manos, agradecido, es un querer indagar sobre el desarrollo de la voz poética, cómo inapreciablemente cambiamos la manera de decir las cosas. Hay que estar orgullosos cuando hay que estarlo. El esfuerzo de escribir un libro merece ese sentimiento. Y el tono familiar con el que se habla de lo sencillo, lo lejos que estamos de ser poetas, lo mal que nos quedan los trajes de bohemia y nocturnidad, las ganas de decir, aunque sea poco y bajito, y no la necesidad de repetir lo que ya está escrito, de ser un mal espejo, un reflejo en el Callejón del Gato, grotesco, ridículo, de algo que no seremos nunca. Repasar los poetas cercanos y acabar en los de siempre, en los auténticos, en los humildes. No nos ganaremos la vida así, y quizás tampoco el cielo. 

No se puede hablar entre los gritos histéricos, entre la risa nerviosa, incontrolada de tres jovencitas extranjeras que huyen de lo que Anay enseguida presagia como la visita de una cucaracha. Ella y su poder para detectarlas. El resto de clientes parecen tranquilos en la distancia. Uno de los camareros se asegura que le oigamos decir que "es una plaga en toda Barcelona". Las jóvenes se van. La cucaracha se esconde para reaparecer y cruzar con rapidez y precisión por el lugar que ocupaba la buena de Anay, que mantiene el tipo, sospecho, por estar yo delante. ¿podrá una cucaracha, un simple blatodeo, sacar a Anay de su estado natural de templanza?. Ardo en deseos de presenciarlo. Pero no sucede. La cucaracha pasa por delante de nosotros con impunidad y nosotros, ya prudentemente levantados y al refugio de su conocida agresividad, la despedimos asegurándonos de que su camino es de no retorno.

Anay me alcanza un ejemplar de mi libro "Los tres ríos de Kiso". ¿Recuerdas que te dije que era para una amiga?, me dice, y esa amiga que antes era una abstracción, una persona dentro de unos parámetros más o menos estándar de lo que tiene que ser la amistad, descubro que es Elena Sagredo, y descubro igualmente que no son paraámetros normales lo que las une.  Escribo una dedicatoria de la que no sé si me arrepentiré y pasado unos minutos nos vamos. "Si hablo muy rápido", me confiesa "es porque quierod ecir muchas cosas y el tiempo es poco". Salir a la calle y el bofetón del verano nos recuerda que estamos vivos.

Por cierto el libro lo edita  Rúbrica Editorial, de El Prat de Llobregat, y está al cuidado del poeta y amigo Mariano Martínez. Del libro hablaremos más adelante, cuando lo haya leído como merece.



1 comentario:

Anay dijo...

Jajajajaja, te voy a dar yo a ti "ya prudentemente levantados y al refugio de su conocida agresividad". Ni sé cómo aguanté el tipo, pavor me dan esos bichos.

Gracias por todo!!

Un beso, y a ver si organizamos el guateque.