sábado, 6 de marzo de 2010

4 horas en El Prado [dos]






“Aquí está el autorretrato que te decía” – oigo una voz en mi espalda. Madre padre e hijo se sitúan a mi lado frente a un autorretrato de Goya. “ Hay que ver cómo se parece aquí a mi madre – comenta el padre – bueno, añade, más a mi tío Emilio”. Y yo estoy apunto de decirle que su madre, sin ánimo de ofender, no sería muy guapa. Me distraigo además con las pinturas negras de Goya, con los fusilamientos de mayo. “Este es el del 1 de mayo y éste el del 2”, comenta una joven a sus amigas. Y está bien eso de los roles en los grupos de amigos. Cada uno explota sus conocimientos en el grupo y juega su papel. Saturno devora a sus hijos sin compasión y yo devoraría a quienes no respetan un orden lógico de ver los cuadros, a los egoístas museísticos, a los ansiosos, a los maleducados… El cuadro del Coloso, sin embargo, aparta mi atención de tales pensamientos. El éxito de un investigador es el fracaso de otro. Quiero saber quién atribuyo el cuadro a Goya inicialmente y quién descubre que no, que no es de Goya sino de Asensio Julià, discípulo y seguidor del artista. Como viene siendo habitual en este asombroso país de morbosos, es uno de los cuadros donde más gente se agolpa a leer las indicaciones y a hacer comentarios al respecto.

2 comentarios:

soperos dijo...

joer, las pinturas negras de goya son lo más de lo más...

mariwano

Ventura Camacho dijo...

ya lo creo, mariwain!