(1) Kyoto
Me bastarían quince minutos, estoy seguro,
para llegar al supremo hastía de mí mismo.
para llegar al supremo hastía de mí mismo.
Jean-Paul Sartre en La Náusea
Ryonosuke nunca había leído a Sartre,
ni a Nietzsche.
No le había dado tiempo
y tampoco lo necesitaba
para tener nuevos motivos de angustia,
para sentir que su existencia
desde los doce años
le era absolutamente insoportable.
En la adolescencia
no tuvo el valor suficiente
para transformar nada.
Nunca fue un agente de cambio.
No lo fue la primera juventud,
no lo fue Naoko,
no lo fue el efecto rebote de los primeros versos.
-“Nacemos en el primer llanto”
recitaba entre pausas tragicómicas,
“y al morir dejamos un vacío
que sólo llena esa misma lluvia”
Esas eran partes de sus reflexiones
al calor de la tristeza.
-“Es la condición del hombre
la rueda del llanto,
y sólo la escritura
nos compensa la desdicha
de la existencia”.
Aunque esta última frase la decía orgulloso
no sabía que Doubrovski
ya la había dicho antes.
De “DE NAGASAKI A NOVOSIBIRSK” (UGR 2006)
(2) Los tres ríos de Kiso
Todo lo que éramos
lo dejamos frente a los tres ríos de Kiso.
La leve y frágil divisoria entre una mano tendida hacia el infinito,
lo que tú llamabas Puente Celestial,
y su mano opuesta,
arrastre de cargas y condiciones.
Tres ríos y dos destinos.
Aprendíamos
el noble arte de la elección
y sus afluentes.
Rompimos todos los viejos contratos
con trabajada ternura
y una impostada capacidad de desapego
terminó siendo la única salvación para el respeto,
el paño caliente que retira la suciedad de las cosas
que tienen su inicio en el amor.
¿Dónde irá el curso de este pensamiento?
¿Qué caudal será ahogo o reflote?
Tú decías todo cuanto sabías sobre geografía sin mirarme a los ojos.
Lo habías hecho siempre frente a los ríos.
Reías nerviosa tu caudalosa ansia de mundo
como si todo, además de inevitable,
tuviera en tus brazos
la voluntad de mecerse.
En ese balanceo hacia el sueño
el día funde a negro.
Pero antes el monte se hace rosa
y algo frena el tiempo
y nos atrapa.
De “LOS TRES RÍOS DE KISO”
(ALEA BLANCA 2010)
(ALEA BLANCA 2010)
[3]
No os asustéis. El Demonio, a última hora, no tiene razón, pero tiene razones. Hay que escucharlas todas.
Juan de Mairena,
Antonio Machado
Antonio Machado
El miedo al Demonio
nos hizo tan normales
como el crujir a la hojarasca.
Como el crujido,
también nuestra belleza era frágil
y se exponía
temeraria
al peso a plomo de la verdad.
El ser humano pisa sus otoños
y entra desapercibido
en el margen derecho del error,
deambula por su ángulo muerto.
Hay un desnivel de vida
que no salva la razón.
Es ahí donde habitamos la mayor parte de tiempo.
Es ahí donde empieza nuestra búsqueda.
Es ahí donde nos contrastamos por vez primera
en el reflejo de nuestra propia otredad.
Para encontrar nuestras razones
buscamos en el adversario las suyas:
la mirada turbia del odio,
la corrupción del amor en la infancia
la moral inventada para la ocasión
la puesta de largo de comunes derrotas.
Y si sucede,
en la huída nos desprendemos de la memoria
como de un animal herido de muerte
y en ese ejercicio doloroso
de escoger entre lo otro nuestro
y nosotros sin lo otro
olvidamos que la piel que nos rodea
define nuestras parcelas de normalidad
pone nombre al tiempo de decir todos los versos ,
da razones y motivos
y quita de nosotros todo lo que no somos
ni queremos en el reflejo.
INÉDITO
2 comentarios:
Muy buenos poemas, gracias por traerlos aquí.
Salud
Francesc Cornadó
Gràcies, Francesc per llegir i per deixar comentari!
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