Mandé con especial emoción mi libro a Daniela. Daniela tiene Japón bajo la suela de sus - seguro - hermosos zapatos japoneses. Yo en otra vida conocí a Daniela casi con toda seguridad, quizás cuando fuí monje en Kamakura y ella dibujaba sobre una losa de pizarra cientos de kanji sin alterar el parpadeo, o como poco, estuve entregado a la contemplación de su pelo, de la arrogante sencillez con la que desafía longitudes y formas, sin alterar la voz con la que el cabello habla a quien lo posee. Pero harinas son esas de otro costal, de otro costado, cuestiones de ir renaciendo poco a poco en lugares remotos, en cuerpos sagrados. Meter tres ríos en un sobre ya es tarea difícil si se piensa en frío, casi tanto como renacer. Conseguir que tres ríos vuelen es un reto, y ver que llegan hasta Tokyo toda una proeza. "Cuando el agua dice aquí estoy yo..." decía mi tío en su amada Extremadura. Y ahí está mi agua, en un rincón de Japón, en una envidia de atlas y cartografía. Leerlo allí, pisando Japón, sólo lo hará Daniela, que para más señas, junto a Carmen, engrosa la lista de primas coincidentes. Compartimos un mismo apellido y ahora tres ríos. Daniela escribió sobre mi envío cosas de afecto y sorpresa.
2 comentarios:
ventu, qué arte!
besos
pepe
Gracias Pepe!
Publicar un comentario